viernes, 2 de octubre de 2015

El cuento de la criada


                                                       
Resumen
En El cuento de la criada, Margaret Atwood, autora canadiense galardonada con el Premio Príncipe de Asturias de las Letras 2008, el Booker Prize y otros importantes premios literarios imagina una dictadura habitada por mujeres estériles. Este hecho, unido a la persistencia de las clases sociales y a la primacía del hombre, da lugar a la consideración de la mujer solo en función de su posibilidad reproductora y, en concreto, de mantener el predominio de la clase alta que gobierna la sociedad.
   

Mi valoración
La literatura utópica tiene tras de sí un camino muy largo. Podemos remontarnos a La república de Platón y seguir con las utopías de Tomás Moro y Bacon. Obedece este tipo de literatura a la esperanza de encontrar en otro ambiente la organización perfecta. En la otra cara de la moneda tenemos la literatura “distópica” que opera por rechazo a lo que el porvenir pueda depararnos de seguir como hasta ahora e introduce una carga crítica profunda en lo que podemos considerar un subgénero sociopolítico de la ciencia ficción.

El cuento de la criada, de Margaret Atwood es una “distopía” (término que uso por oposición a utopía), esto es, la construcción verbal de una comunidad humana particular. En ella, las instituciones, las normas y las relaciones individuales están organizadas sobre un principio nefasto, peligroso y presente en la comunidad de la autora: las relaciones basadas en el sometimiento, la violencia y la guerra por medio de las armas nucleares. La base de esta estructura será una reflexión-aviso producida por una hipótesis histórica posiblemente desencadenada por el ascenso de esa idea de la sociedad de la autora. Atwood nos advierte con su novela de que la situación del mundo civilizado puede llevarnos a una sociedad retrógrada, con primacía de valores religiosos del Antiguo Testamento, una organización de estructura vertical, con anulación del individuo ante el grupo.

La novela cuenta con un espacio aislado, concreto y completo: Gilead, ubicado en lo que hoy es el estado norteamericano de Maine, que está en permanente conflicto con el resto del mundo; por ejemplo, California, Florida o América Central. Gilead cuenta con un sistema muy jerarquizado de Comandantes, Esposas, Ángeles Guardianes, Ojos, Criadas, Tías, Marthas. El lugar vive instalado en una economía de supervivencia con falta de alimentos básicos como el pescado (el mar está contaminado por la radioactividad) y donde el dinero ha sido sustituido por un sistema de vales. En Gilead se han suprimido actividades como la lectura, la escritura y no hay universidad porque todo lo que se necesita saber está en la Biblia. El valor supremo de la distopía autoritaria y clasista que es Gilead es la jerarquización rígida reflejada, por ejemplo, en el uniforme que llevan las distintas clases sociales las Criadas visten de rojo o las Esposas, de azul.

Cómo no, como en toda narración, en esta novela hay una estrategia dramática que consigue implicar al lector proyectándolo en la acción. En efecto, en Gilead, un espacio vacío de amor, donde peligra la perpetuación del hombre porque la radioactividad ha contaminado la especie humana, en Gilead nos encontramos con Defred, con el Comandante y con Nick que se ven sorprendidos por sentimientos de afecto, de amor y de generosidad. Saben que sus emociones los arrastrarán hacia actuaciones de consecuencias funestas, pero al modo de los héroes de las tragedias griegas, aceptan su destino desgraciado con valor y dignidad. Gracias a estos sentimientos Nick y/o el Comandante logran liberar o destruir a Defred en un final ambiguo que se anuncia desde el propio título en que la palabra cuento puede tomarse con el significado de suceso falso o de pura invención.

En resumen, El cuento de la criada, de Margaret Atwood busca recrear un estado radicalmente malo como aviso y como crítica a los problemas a que nos pueden llevar los principios dominantes en el mundo civilizado.

Cuando me acerqué a la novela por primera vez me encantó. Al releerla este verano me gustó aún más. Atwood es una autora que toca muchos registros narrativos y lo hace siempre muy bien. Doña Oráculo, La mujer comestible o El asesino ciego son otros títulos recomendables.

Hasta pronto.

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