sábado, 21 de mayo de 2016

Intemperie

  

     Argumento
   Un niño escapa de las agresiones sexuales de un alguacil. En su huida por un páramo con un sol de justicia debe enfrentarse a la sed, al hambre y a la persecución de dicho alguacil. Solo cuenta con la ayuda de un cabrero. Este mata al alguacil y a su ayudante antes de morir. También muere un tullido chivato. Al final, el chico se queda solo con lo imprescindible para sobrevivir en su huida hacia el Norte que promete ser más clemente y acogedor que el inhóspito e infernal Sur.

   Valoración
   Alguien dijo que lo que diferencia a Shakespeare de un carpintero es su capacidad para trabajar con material psicológico que no puede ser abordado superficialmente; el artista debe penetrar no solo en su yo inconsciente sino en el colectivo de su grupo y la experiencia resulta dolorosa porque se hace a costa de la angustia mental.
   Angustiosa. Esta es la situación que propone Jesús Carrasco en Intemperie. La muerte del tullido, del alguacil y su ayudante, del cabrero, de las cabras. La soledad que recorre la novela y que va en aumento hasta la situación extrema final. La tortura física del cabrero y psicológica del chico. El hambre y la sed, sobre todo la sed que atosiga a personas y animales durante casi todas las páginas. Carrasco sitúa al chico ante un orden mental diferente de lo cotidiano; el niño madurará, y su actitud ante la vida, la configuración de sus ideas no sabemos si se asentarán en el campo de la violencia extrema en que ha vivido o, por el contrario, se alejarán por la vía de la lógica y del diálogo. Tal vez la escena final de Intemperie con la llegada de la lluvia y la interrupción del tormento sea premonitoria de un alejamiento de la parte animal del niño y un acercamiento a la zona racional.
   Esta situación límite no me deja indiferente; me provoca asco moral, rabia y me pone de manifiesto (negro sobre blanco) que mi proceso de insensibilización ante lo trágico y ante el horror de los que soy testigo es bajo. No. Ni la muerte violenta ni el abuso sexual de menores ni el aplastamiento del débil por el fuerte me son indiferentes como dice la canción.
   Jesús Carrasco se arriesga a descender por debajo del nivel normal de la conciencia humana, como debe hacer el verdadero escritor y se expone a fracasar; en cambio, triunfa y el resultado es una novela como la copa de un pino.
   Y todo contado con una prosa poética de altísima calidad. La novela acostumbra a discurrir en movimiento horizontal; sin embargo, esta se mueve a lo hondo. Se para y atrapa desde abajo, con brío y en silencio, como el amor. Hay un desplazamiento de la peripecia narrativa hasta la actitud emocional del narrador. No importan tanto los hechos que conforman la historia como su reflejo interno y vivencial en la conciencia y en las emociones de la voz del texto. Argumento y tema ceden protagonismo a la experiencia subjetiva del personaje. De ahí que la descripción y la evocación digresiva definen la prosa lírica donde las palabras se vuelcan sobre sí mismas sin más objeto, en ocasiones, que su propia intensificación.
   Esta prosa que maneja Carrasco con mano maestra se para en un detalle del mismo modo que un niño es capaz de fijarse en un botón y encontrarle sentido. El autor tiene el don concedido solo a unos pocos; a los poetas y a los pensadores.
   De ahí que lo que algunos críticos valoran como demérito (la prolija enumeración de aperos, el ritmo lento de la prosa, el número de páginas para lo que se cuenta) para mí es un hallazgo extraordinario. Veo maneras en Carrasco para que forme parte del panorama de la literatura española de calidad. A ver si en el páramo triste, estéril y pobre de las letras españolas actuales se instala “el niño Jesús Carrasco”; ojalá que no sea un espejismo.

   Por cierto, el autor de Intemperie estará en el auditorio "Príncipe Felipe" de Oviedo el 9 de junio a las 19 horas.

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