viernes, 20 de febrero de 2015

La Fiesta del Chivo


Editorial: Alfaguara. Publicación: 1998.
Género: novela histórica.
 ISBN: 9782070314126
Resumen del libro
En La Fiesta del Chivo asistimos a un doble retorno. Mientras Urania Cabral visita a su padre en Santo Domingo, volvemos a 1961, cuando la capital dominicana aún se llamaba Ciudad Trujillo. Allí un hombre tiraniza a tres millones de personas sin saber que se gesta una maquiavélica transición hacia la democracia. Vargas Llosa relata el fin de una era dando voz, entre otros personajes históricos, al general Trujillo, apodado el Chivo, y al hábil doctor Balaguer, sempiterno presidente de la República Dominicana.


Mi valoración
Cuando ya creíamos haber leído todo sobre la novela del dictador, llega Vargas Llosa y tócala otra vez, Sam, se descuelga con La Fiesta del Chivo, otra novela de dictador. Empecé a leer la historia con poco ánimo y muchos prejuicios; sin embargo, desde el primer capítulo me resultó muy entretenida y me dejó muy buen sabor de boca. Un libro para recomendar, sin duda ninguna.

De la novela me gustaron muchas cosas. Dejo aquí un botón de muestra.
El manejo del tiempo en La Fiesta del Chivo me encantó. Si fuera católica practicante, sacaría el reclinatorio, ¡lástima que carezca de semejante adminículo y de la suficiente fe! Intento explica eso del manejo del tiempo.Encuentro en esta narración tres tiempos de la acción, quiero decir con esto que hay tres tiempos en los que acontecen tres historias.

En primer lugar, tenemos la historia de Urania que transcurre un día de 1996 (?). El regreso de Urania permite mostrar no solo el aspecto abandonado y en declive del Santo Domingo de la década de los noventa sino que también Urania reencuentra a su familia avejentada y en decadencia. Con ella asistimos a la caída en desgracia de su padre en la era Trujillo, a la bajeza moral de su padre ofreciéndosela a un dictador que la traumatiza para siempre y también por ella conocemos el final de los distintos miembros de la familia Trujillo. Digamos que con la historia de Urania, el dictador queda ante nuestros ojos como un ser abyecto que solo nos provoca odio, asco y repulsión.
En segundo lugar, está la historia del último día de Trujillo (el 30 de mayo de 1961). Trujillo se muestra ante nuestros ojos como un hombre disciplinado, inteligente, trabajador incansable, con gran capacidad de dominio sobre los demás, pero con problemas físicos que lo desesperan y con problemas de gobierno (oposición de los obispos, sanciones económicas impuestas por la OEA, sospechas de conspiración…). Con él también recordamos momentos pasados; por ejemplo la matanza de haitianos en Dajabón en el 37. Digamos que con la historia de Trujillo, este queda ante el lector como alguien poco corriente, un hombre con gran capacidad, pero corrupto y enloquecido por el poder, capaz de cometer las mayores atrocidades convencido de que actúa correctamente. Mucho me temo que en su escala de valores estarían Trujillo y Dios y solo después, y mucho más atrás, los mortales.
En tercer lugar, otro hilo de la trama arranca la tarde-noche del 30 de mayo de 1961. Se exponen los motivos personales de los asesinos de Trujillo; a veces, venganzas por ser el dictador el culpable de la muerte o el encarcelamiento de hermanos; en ocasiones, por motivos religiosos. Esta historia converge y se funde con la anterior en el capítulo XII y continúa con el final poco afortunado para casi todos los conspiradores o ajusticiadores o héroes, según se mire.

Resulta interesante destacar cómo la historia se detiene en un punto y se abre en abanico con el distinto presente de los diversos conspiradores. Así es, del capítulo XVII al XXII, ambos inclusive, tenemos hechos que ocurren en el mismo periodo de tiempo, pero con personajes, narradores y puntos de vista diferentes. Vargas Llosa marca formalmente esta suspensión del tiempo con la palabra “cuando”. También nos encontramos aquí con el ascenso de Balaguer que maniobra hábilmente y se hace con el mando.
Tres tiempos, pues, y tres historias. Y también —encajada en la duración de esos tiempos principales— una serie de tiempos pasados que el texto evoca en su transcurso. Este pasado recoge hechos como la llegada de Trujillo al poder allá por 1930, y llega hasta 1961y1996. Además dichos actos contienen las claves que explican las acciones presentes, de modo que sin ese tejido de tiempos diversos, la narración se vería reducida a una estampa muda. Se dilata, por tanto, el tiempo de la acción. La historia se extiende a una treintena de años del 30 al 60 en el caso de Trujillo y de Amadito García y sus colaboradores, y del 60 al 90 en la historia de Urania.

Es más, Vargas Llosa va más allá y no solo abre claraboyas en el relato con vistas al pasado sino que también lo hace al porvenir. En varias ocasiones los personajes se imaginan lo que puede suceder, es lo que se conoce como “tiempo del deseo”. Un ejemplo, en la página 124 Antonio de la Maza piensa:
“No sabían casi nada de los otros, entre los que se hallaban las figuras más altas del gobierno. Pupo Román, por ejemplo […], ni de la miríada de ministros, senadores, funcionarios civiles y jerarcas militares que, una vez eliminado el Chivo, estarían dispuestos a colaborar en la reconstrucción política, la liquidación de toda la hez sobrante del trujillismo, la apertura, la Junta cívico-militar que, con el apoyo de Estados Unidos, garantizara el orden, cerrara el paso a los comunistas, llamara a las elecciones. ¿Sería por fin la República Dominicana un país normal, con un gobierno elegido, prensa libre y una justicia digna de ese nombre?”

En ocasiones el tiempo de deseo está rodeado de duda y temor. Encontramos esto en la página 137.
“Antonio Imbert no era tan optimista como Amadito o Salvador Estrella Sadhalá, quienes, desde que supieron por Antonio de la Maza que el general José René Román, jefe de las Fuerzas Armadas, estaba comprometido en la conjura, se hallaban convencidos de que, muerto Trujillo, todo iría sobre ruedas, pues los militares, obedeciendo órdenes de Román, detendrían a los hermanísimos del Chivo, matarían a Johnny Abbes y a los trujillistas acérrimos e instalarían una Junta cívico-militar. El pueblo se echaría a las calles a matar dichoso de haber alcanzado la libertad. ¿Saldrían así las cosas?"

Toda la novela (y con esto acabo) es un tejido de tiempos: principales y secundarios; épocas que se cortan, se penetran y se funden; tiempos reales, ficticios e hipotéticos…, en fin, que solo por el manejo tan rico de esa temporalidad merece la pena la lectura de las quinientas y pico páginas de La Fiesta del Chivo.

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