lunes, 13 de abril de 2015

La sociedad literaria y el pastel de piel de patata de Guersney









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Edición: Círculo de lectores. Lugar: Barcelona

   

    Resumen del libro

   Enero de 1946: Londres emerge de las sombras de la Segunda Guerra Mundial. La escritora Juliet Ashton encuentra la carta de un desconocido, un nativo de la isla de Guersney, a cuyas manos ha llegado un libro de Charles Lamb que perteneció a Juliet. A medida que Juliet y el desconocido intercambian cartas, ella se queda atrapada en el mundo de este hombre y sus amigos, que resulta ser un universo maravillosamente excéntrico. La novela presenta una galería de personajes muy peculiares pues intentan sobrellevar la ocupación nazi organizando reuniones de lectura sobre novelas clásicas alrededor de un pastel de patata.
  
  Mi valoración
  Presentar una narración como un intercambio de cartas no es algo ingenuo sino que obedece a unas necesidades creativas y cumple con unas funciones no realizables a través de otro modo de narrar. La carta tiene una larga tradición en la cultura occidental. El tipo original es la carta particular, pero de él se derivan la carta administrativa, con un papel destacado en la antigüedad y la carta didáctica sobre diversos asuntos y con distintos emisores desde Cicerón a san Pablo. Es el s. XVIII la época culminante de la correspondencia epistolar y el momento de la aparición de la novela epistolar, subgénero narrativo que ha llegada hasta nuestros días y que hoy resulta poco cultivado. No obstante, voy a comentar ahora una agradable novela epistolar, La sociedad literaria y el pastel de piel de patata de Guernsey. Veamos como se cumplen las características de este tipo de novela.
  Primero. Uno de los rasgos típicos de la novela epistolar es que permite el diálogo entre varios hablantes. Juliet se cartea con los miembros de la sociedad literaria, con su editor Sidney y con la hermana de este, Sophie. Cuando Juliet se traslada a una isla del Canal de la Mancha, mantiene su correspondencia con Sophie y con Sidney, incluso con Dawsey, que se ha ido a Louviers en Francia. A su vez, cuando Sidney va a Guersney se cartea con su hermana Sophie que está en Escocia. En este intercambio de cartas donde todos son emisores y destinatarios, llama la atención el personaje de Sophie que es únicamente receptora.
  Además en el conjunto de voces de las cartas se reúnen fragmentos de un diario, telegramas, escritos metidos por debajo de la puerta y también notas para acelerar el paso del tiempo. La novela llega así a una especie de mezcla de diversos emisores y mensajes que revelan muy expresivamente el ajetreo, la inquietud y el desamparo de la época reflejada.
  Segundo. Otras dos características de la novela epistolar y que se aprecian muy bien en esta son la dispersión en el espacio con lugares como Londres, Escocia, Australia, Guersney, Louviers (Francia), y también un diferido temporal, pues la primera carta está fechada el 8 de enero de 1946 y la última el 17 de septiembre de 1946. La distancia espacial es la principal motivación de la redacción de las cartas; de ahí que los personajes vayan cambiando de lugar. Por otro lado, la distancia temporal aumenta la expectación y el suspense del lector, dado que cada carta es parte de una diálogo que solo se completa cuando llega la respuesta. Un ejemplo. Isola pide datos personales a Juliet (edad, ojos, color de pelo, domicilio, pretendientes…) y esta curiosidad solo queda saciada con al carta repuesta de Juliet.
  Tercero. El distanciamiento espacial y temporal tiene consecuencias. Una. El lector se convierte en una especie de rondón en el proceso comunicativo que se da entre los personajes. Ocurre, pues, algo parecido al teatro donde el espectador mira los hechos y escucha los diálogos que surgen ante él como si fuera una especie de entrometido.
  Cuarto. En la novela epistolar encontramos los narradores de la escritura autobiográfica, esto es, aquellos que cuentan lo que les sucede a ellos (Amelia, Eben, John Broker…), pero también aparecen figuras aludidas, esto es, personajes de los que sabemos solo por las palabras de los demás. Un botón de muestra es Elisabeth, lejos de ser un personaje plano o desdibujado, queda perfectamente definida por lo que cuentan los miembros de la sociedad. Algo similar ocurre con el padre de Kit, con Kit o con los alemanes de la Ocupación.
  En esta línea de perfilado de personajes resulta curiosa y simpática la doble versión que tenemos de Juliet: por una lado, la de la compañera de incendios y por otro, la del reverendo. Esto se repite con Elisabeth; por un lado, la visión negativa que da Adelaide y por otro, el perfil positivo que de ella ofrecen los miembros de la sociedad.
  Quinto. La estructura de la novela epistolar permite desarrollar paralelamente varias acciones. En La sociedad literaria y el pastel de patata de Guersney se entremezclan varias tramas consiguiendo una variopinto tapiz. Tenemos la historia de Juliet como periodista y novelista; la historia de Sidney como editor; la de Elisabeth como huérfana, mujer solidaria, madre soltera, deportada a un campo de concentración; la historia del capitán alemán como nazi bueno; la historia de cada uno de los miembros de la sociedad que se salvan del horror de la guerra gracias a Lamb, las hermanas Brontë, Dickens, Jane Austen, Shakespeare, Séneca o Carlyle…, la literatura como salvavidas de la problemática existencial que diría Manolito Gafotas por acabar citando a un personaje literario simpático y conocido por todos.


  Quiero aclarar, por último, que esta novela supone un descanso en la senda literaria de calidad, pero en ocasiones incómoda, por la que pretendo llevaros. Descansemos y tomemos fuerzas, pues, para lecturas más densas que ya asoman a la vuelta del camino.

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