Cuatro lugares marcan la vida de Azorín. Veamos. Monóvar y Yecla donde transcurren su infancia y adolescencia entre lecturas de Julio Verne y El Quijote. Valencia fija sus estudios universitarios, allí entra en contacto con las corrientes filosóficas y literarias del momento y comienza su colaboración periodística. Dos temas dominan su pluma: la crítica literaria (sobre todo teatral) y la defensa de la postura anarquista como única solución para el problema de España que tanto preocupó a la Generación del 98.
Madrid supone la consolidación del escritor participando en tertulias y formando con Baroja y Maeztu «El grupo de los tres», germen de la Generación del 98 arriba citada. A esta ciudad volverá tras la Guerra Civil y hasta su muerte en 1967. París acoge al escritor durante el conflicto español del 36, en esta ciudad conoce a Menéndez Pidal, Ortega y Gasset, Gregorio Marañón y desde «la estética del destierro» escribe textos de exaltación de la tierra española así como de preocupación por la incertidumbre del futuro de esta nación.
Clásicos y modernos, La voluntad, Las confesiones de un pequeño filósofo o Brandy, mucho brandy son algunos de sus títulos.
Tal vez la parte más atractiva para un lector actual sean los cuentos y las memorias, donde brilla una prosa trabajada con minucia de orfebre que pide una lectura tranquila. Hágame caso: olvídese un por un momento del ruido y del ajetreo cotidiano, y disfrute y sumérjase con calma en el siguiente texto azoriniano.
Elena Pérez Villarías, 1º ESO D
No hay comentarios:
Publicar un comentario